martes, 30 de septiembre de 2014

Cebra

Cebras


Ningún animal tiene un pelaje tan característico como el de la cebra. Las rayas de cada espécimen son igual de únicas que las huellas dactilares (no hay dos iguales), si bien cada una de las tres especies existentes tiene su propio patrón general.
Y por qué tienen rayas las cebras? Los científicos no están seguros, pero muchas teorías se centran en su utilidad como cierta forma de camuflaje. Sus patrones pueden suponer una dificultad para los depredadores a la hora de distinguir a un individuo en una manada a la carrera y distorsionar la distancia al amanecer y al anochecer. O bien pueden eludir a los insectos que solo reconocen grandes reas de piel del mismo color, o actuar como algún tipo de protector solar natural. Debido a su carácter nicho, las rayas también pueden ayudar a las cebras a reconocerse mutuamente.
Las cebras son animales sociales que viven en manadas. Pacen en grupo, normalmente hierba, e incluso se acicalan unas a otras.
La especie más abundante es la cebra de llanura (o de Burchell). Viven en pequeños grupos familiares formados por un macho (semental), varias hembras y sus crías. Estas unidades se pueden combinar con otras para formar espectaculares manadas de miles de individuos, pero los miembros de la familia se mantienen unidos en el seno de la manada.
Las cebras deben vigilar en todo momento para evitar a hienas y leones. En una manada hay muchos ojos para detectar el peligro. Si un animal es atacado, su familia acudir en su defensa, rodeando a la cebra herida e intentando repeler a los depredadores.

 

Tiburón blanco


El gran tiburón blanco o jaquetón es una de las criaturas más fascinantes y temidas de la naturaleza. Su sola mención provoca terror entre los bañistas (algo de culpa tiene Steven Spielberg y su famosa película Tiburón) y ha sido durante años injustamente atacado y masacrado por su inmerecida fama de insaciable devorahombres. La realidad es que cada año mueren en el mundo más personas por picaduras de abeja que por ataques de este escualo y cuando se produce algún incidente suele ser porque el tiburón confunde a su víctima con una suculenta foca, ya que el ser humano no se encuentra entre sus preferencias culinarias.
El jaquetón se caracteriza por tener el cuerpo robusto, con forma de huso y terminado en una cabeza cónica. Su dorso es de un color gris oscuro que contrasta con su blanco vientre. Posee dos aletas dorsales, siendo la primera más grande, y dos pectorales. Su piel es áspera y está cubierta de una especie de escamas duras llamadas dentículos dérmicos. En cuanto a sus medidas, suelen estar sobre los cuatro o cinco metros de longitud y los 1.200 kilogramos de peso, aunque se han llegado a encontrar ejemplares mayores de siete metros.
Tiene varias filas de dientes grandes y triangulares, de bordes aserrados tan afilados como cuchillas y tan pronto como uno se desgasta o rompe otra pasa a ocupar su lugar. Sus potentes mandíbulas pueden ejercer una fuerza trescientas veces mayor que las del hombre.
Al carecer de vejiga natatoria tiene que estar en constante movimiento ya que si parase de nadar se hundiría y moriría. Asimismo, su sistema respiratorio necesita que entre agua en las branquias constantemente.
Uno de sus sentidos más desarrollados es el oído ya que tiene unas células en su morro y laterales que le permiten detectar las corrientes electromecánicas, las vibraciones y los sonidos de baja frecuencia. Su sensible olfato le sirve para percibir una gota de sangre a kilómetros de distancia y su vista también está muy acusada.

Hábitat y distribución

El tiburón blanco se encuentra distribuido a lo largo de las regiones boreales, templadas, subtropicales y tropicales de ambos hemisferios. Suele encontrarse en la plataforma continental, cerca de la costa, en Sudáfrica, costa oeste y noreste de Norteamérica, Nueva Zelanda, Japón, China, Sudamérica, Australia y mar Mediterráneo. En la península Ibérica puede encontrarse en el Mediterráneo, Atlántico y Canarias aunque no es muy frecuente su avistamiento en nuestras aguas.
Resulta curioso que la mayor amenaza para el tiburón blanco, considerado durante siglos como un gran peligro para el hombre, sea precisamente el ser humano, debido sobre todo a la explotación comercial y recreativa, a las capturas accidentales en artes de pesca (palangre,, cerco, arrastre, redes fijas...) y en redes de protección de playas y a la degradación de su hábitat natural.
Su peculiar biología tampoco ayuda a la hora de preservar la especie y le hace muy vulnerable a la sobreexplotación debido a su baja tasa de reproducción y su no muy larga vida (alrededor de 30 años). Su curiosidad y descaro, así como su tendencia a concentrarse en determinadas zonas, donde la comida es abundante, también hacen de él una presa fácil de capturar por algunos descerebrados que encima creen estar haciendo un bien a la sociedad liberándola de tamaño "monstruo".
La explotación comercial del tiburón blanco se basa en algunas partes de su cuerpo, como los dientes, mandíbulas y aletas, que son muy valorados por coleccionistas sin escrúpulos de todo el mundo. También son apreciados su aceite de hígado, piel, esqueleto y carne (considerada un manjar en algunos lugares).
El gran tiburón blanco se encuentra protegido en zonas como California, costa este de Estados Unidos, golfo de México, Islas Maldivas, Sudáfrica, Namibia, algunas áreas de Australia (Tasmania, Nueva Gales del Sur, Australia del Sur y Queensland), aguas israelíes del Mediterráneo y mar Rojo.
Incomprensiblemente, según la Convención de Barcelona, se encuentra considerado como especie amenazada en el Mediterráneo pero no está protegido en estas aguas, a pesar de que hay zonas como el canal de Sicilia que son lugares de cría habituales.

Reproducción

El tiburón blanco busca en las aguas templadas sus zonas de reproducción y cría. No es capaz de reproducirse hasta cerca de los nueve años de edad y suele tener entre 4 y 10 crías en cada parto (cada dos o tres años), de las cuales muchas no llegarán ni a nacer siendo devoradas por sus hermanos en el interior de la madre.
Los pequeños nacen vivíparamente (en primavera o verano) y son autosuficientes desde su nacimiento, más les vale ser unos rápidos nadadores o su madre se los comerá nada más tenerlos.

Alimentación y costumbres

Es, junto a la orca, uno de los mayores depredadores marinos y su espectro de presas es muy amplio y variado (¡en su estómago han llegado a encontrarse hasta matrículas de coche!). Suelen alimentarse de grandes peces (atún, bacalao, pez espada ...), tortugas, focas, leones marinos, otros tiburones, pequeñas ballenas y algún que otro delfín. Tampoco se lo piensan demasiado a la hora de alimentarse de animales ya muertos.
Curiosamente suelen rechazar a las nutrias y las aves marinas como alimento. Su metabolismo es muy rápido y eso les hace tener siempre un gran apetito. A pesar de tener más de 3.000 dientes no mastican a sus presas sino que las desgarran y se tragan los pedazos.
Al contrario de lo que se suele pensar, los tiburones blancos son animales sociales con patrones de conducta bastante complejos, aparentemente "hablan" unos con otros mordiendo y cogiéndose con las mandíbulas suavemente (de ahí sus numerosas marcas y cicatrices. A pesar de su mala fama, no se dedican a ir a la caza de seres humanos y cuando se produce algún ataque es porque el tiburón los confunde con alguna de sus presas habituales o bien por este curioso modo de relacionarse, esto explica que no los devore luego.
Los jaquetones suelen vivir cerca de la costa, aunque se les ha llegado a ver a más de mil metros de profundidad. Son grandes cazadores, ágiles (pueden realizar impresionantes saltos en la superficie), rápidos y eficientes, atacan a sus víctimas, por sorpresa, desde abajo y tras una primera dentellada mortal, esperan a que se desangren.
Los tiburones blancos son capaces de recorrer grandes distancias y aunque recientes estudios parecen demostrar que son animales nómadas, también se ha demostrado que algunos viven regularmente en sus zonas favoritas (golfo de Spencer, Australia; islas Farallon, California y Dyer Island, Sudáfrica) para alimentarse. Suelen viajar solos aunque se han dado casos de parejas e incluso de grupos de siete u ocho escualos.

sábado, 27 de septiembre de 2014

Águila pescadora


Esta rapaz, estrictamente ligada al medio acuático y de alimentación exclusivamente piscívora, está muy extendida a nivel mundial, aunque en nuestro país es una de las aves de presa más escasas. A principios del siglo pasado, la especie se reproducía tanto en las costas peninsulares como en los archipiélagos canario y balear; pero desde hace bastantes décadas solo cría en estos últimos, aunque durante el paso puede citarse en muchos lugares, donde además inverna una pequeña población.

Clasificación
Orden Falconiformes; familia Pandionidae
Longitud
53-66 cm
Envergadura
147-174 cm
Identificación
Rapaz de mediano tamaño. Los adultos poseen partes inferiores blancas, con un moteado variable en el pecho; los individuos que tienen un collar de estrías más marcado en el pecho suelen ser hembras. Como contraste presentan partes superiores muy oscuras. El píleo es blanco, y tras el ojo aparece una lista ocular, a modo de antifaz, que recorre parte del cuello (dibujo 1). En vuelo exhiben una silueta bastante característica, con cola corta y alas relativamente estrechas y “anguladas”.
Vistos desde abajo, el cuerpo y las partes anteriores del ala, blancas, contrastan con las franjas oscuras que recorren las plumas de vuelo. La cola muestra una sucesión de barras oscuras (dibujo 2). El joven es muy similar, pero sus partes superiores parecen como escamadas —debido al borde pálido en las plumas— y, en vuelo, las
secundarias resultan algo más pálidas que en los adultos, con un barreado más patente. Cuando el águila pescadora vuela en busca de alimento, es capaz de
cernirse con profundos aleteos antes de lanzarse al agua (dibujo 3) para capturar los peces con sus garras (dibujo 4).
Canto

Emite silbidos lastimeros durante la parada nupcial. La alarma es un kiu, kiu, kiu, que entona en vuelo.

viernes, 26 de septiembre de 2014

Tigre de Bengala





Los tigres son los miembros más grandes de la familia de los felinos y son famosos por su potencia y fuerza.
En su momento hubo ocho subespecies de tigre, pero tres se extinguieron durante el siglo XX. En los últimos cien años, la caza y la destrucción de los bosques han reducido la población de tigres de cientos de miles a quizá menos de 2.500. Los tigres son cazados como trofeos, y también por algunas partes de su cuerpo que se usan en la medicina tradicional china. Las cinco subespecies de tigre restantes están en peligro, y se han implantado muchos programas de conservación.
Los tigres de Bengala, también llamados tigres indios, viven en la India. Son la especie de tigre más numerosa y suponen cerca de la mitad de la población de tigres salvajes. Durante muchos siglos han desempeñado un importante papel en la tradición y la cultura de la India.
Los tigres viven en solitario y marcan agresivamente con su olor grandes territorios para mantener alejados a los rivales. Son poderosos cazadores nocturnos, capaces de recorrer muchos kilómetros para encontrar búfalos, ciervos, jabalíes u otros grandes mamíferos. Los tigres usan su característico pelaje para camuflarse (no hay dos tigres con las mismas rayas). Acechan pacientemente y se acercan a sus víctimas con gran sigilo lo suficiente para atacarlas con un salto rápido y letal. Un tigre hambriento puede comer hasta 25 kilogramos en una noche, aunque normalmente no son tan voraces.
A pesar de su temible reputación, la mayoría de los tigres evitan a los humanos, aunque unos pocos sí se convierten en peligrosos devoradores de hombres. Suele tratarse de animales enfermos o incapaces de cazar con normalidad, o que viven en una zona donde sus presas naturales han desaparecido.
Las hembras paren camadas formadas por entre dos y seis cachorros, a los que crían con poca o nula ayuda del macho. Los cachorros no pueden cazar hasta que tienen 18 meses, y permanecen con sus madres durante dos o tres años, para luego dispersarse en busca de su propio territorio.

Oso pardo ibérico




Morfología

Las características más definitorias del oso son su espeso y tupido pelaje, su pequeña cola (apenas 7 u 8 cm) y su enorme cabeza, rematada por dos pequeñas orejas redondeadas.
Es el animal terrestre más grande de toda la fauna ibérica. Su cuerpo es extremadamente robusto, siendo los machos mucho más pesados que las hembras, al menos un 25 ó 30% más. Los osos pardos cantábricos o ibéricos son los más pequeños de todo el mundo, pues los machos rara vez sobrepasan los 180 kg y las hembras rondan los 130 ó 140 kg. Los osos tienen unas enormes variaciones de peso a lo largo del año y de un año a otro, dependiendo de la abundancia o escasez de comida.
La altura en la cruz de nuestros osos pardos (desde la base de la pata hasta la cruz, que es el punto más alto del cuerpo y donde se articulan las extremidades anteriores) varía entre 90 cm y 1 m y su longitud total ronda los 2 m (desde la cabeza hasta la cola).
La coloración del pelaje de los osos ibéricos varía desde un crema pálido hasta el pardo oscuro, pero siempre con una peculiar coloración más oscura, casi negra, en las patas y amarillenta en la punta de los pelos. Los ojos y el final de la trufa son negros; son de los pocos detalles que contrastan con su mata de pelo pardo.
El oso pardo es un animal plantígrado, lo que quiere decir que para andar apoya todo su peso sobre las plantas de sus pies, igual que los humanos. Por otra parte, es uno de los pocos animales capaces de ponerse a dos patas, si bien sólo lo hacen en determinadas ocasiones, como son las peleas por las hembras o cuando se sienten amenazados. Su caminar habitual es a cuatro patas.

Hábitat y distribución

La alimentación del oso pardo depende en gran parte de los frutos y las partes más digeribles de las plantas (brotes y hojas tiernas), por lo que su hábitat ha de ser generoso en frutos de todo tipo y, por otro lado, ha de conservar extensiones bastante amplias para permitir a unos animales tan grandes moverse a gusto, tener lugares tranquilos donde descansar y refugios seguros para encuevarse durante el invierno.
En el pasado los osos poblaban la mayor parte de las serranías españolas y, aunque en muchas de ellas sigue habiendo una abundante cosecha de frutos, la persecución del hombre y la falta de sitios tranquilos han hecho que hoy día el único hábitat viable sean los grandes bosques caducifolios del norte español: la Cordillera Cantábrica y los Pirineos.
Los poco más de 80 osos que quedan en España se encuentran repartidos en tres núcleos poblacionales:
  • Núcleo occidental (Galicia, Asturias y Castilla y León): es el mejor de los núcleos, con unos 60 osos.
  • Núcleo cantábrico oriental (Asturias, Cantabria y Castilla y León): está separado del anterior por 30 a 50 km y acoge a unos 20 ejemplares.
  • Núcleo pirenaico: es en realidad un núcleo residual que tiene menos de 5 individuos.
Los últimos osos cantábricos viven en los bosques de hayas de Somiedo, Degaña y Monasterio de Hermo o en las masas de roble y abedul de la reserva de Fuentes Carrionas y el alto Pisuerga en la montaña palentina.
La franja más frecuentada por los osos en España es la situada entre los 1.100 y los 1.400 m, si bien hay hábitats favorables para ellos desde los 500 m en la vertiente norte y a menudo suben hasta prados, pastizales y roquedos a más de 2.000 m.

Alimentación

Sus garras y anatomía general nos revelan la estampa de un carnívoro típico, cuando en realidad los osos son unos devoradores de carne totalmente atípicos. Su dieta es casi enteramente vegetariana y de hecho su dentición se ha ido modificando hasta logar unos molares y premolares con tallas más redondeadas y mayor superficie, mucho más apropiados para una dieta basada en plantas y frutos, y unos incisivos puntiagudos útiles para pastar y cortar tallos y raíces. Sin embargo, en sus mandíbulas conserva la fortaleza suficiente para abatir presas tan grandes como un ciervo o cualquier otro ungulado de gran tamaño.
Casi toda la vida y movimientos del oso vienen determinados por la búsqueda del alimento. Incluso la hibernación se produce por la escasez de alimento propia del invierno en los bosques caducifolios del norte de España. Un oso adulto puede llegar a perder hasta el 40% de su peso durante el invierno. Su alimentación está en un 85% basada en materia vegetal (bellotas, castañas, hayucos, avellanas, bayas, megaforbios, tubérculos, brotes tiernos de gramíneas...), y la completa con carroñas, insectos, miel, setas, aves, huevos y ungulados.

Costumbres

Los pocos osos pardos que viven en libertad en España son muy difíciles de ver. Sin embargo, en algunas ocasiones se acercan a las aldeas asturianas cuando hay cerca panales, prados o sotos con bayas. Si no, lo más habitual es conocer su existencia por las huellas y marcas que van dejando.
Cuando llega la época de celo, los machos empiezan a marcar su territorio en el bosque. A más de metro y medio del suelo muchos árboles muestran señales de arañazos, mordiscos y descortezamiento, que los osos utilizan para avisar a los otros machos de que ese territorio ya tiene dueño. También se frotan contra las cortezas, para dejar su olor impregnado.
Excepto en invierno, los osos suelen dormir en reducidos camastros sobre una pequeña depresión que ellos mismos excavan en el suelo (entre 70 y 100 cm de diámetro) o sobre el mismo suelo. Cubren el hueco con ramillas y hierba. A veces utilizan para dormir las cuevas invernales o los huecos de los árboles.
Para el letargo invernal ocupan cuevas abrigadas, brezales y huecos de viejos robles. En la Cordillera Cantábrica la hibernación se suele dar de enero a marzo, aunque depende de la rigidez del invierno y la disponibilidad de comida. La entrada en la osera viene precedida por unas grandes ingestas de alimento con el consiguiente desarrollo de las acumulaciones de grasa.
Los osos han arrastrado siempre mala fama y sus agresiones han sido casi siempre magnificadas, por lo que su presencia en Europa se ha ido haciendo cada vez más escasa. Lo cierto es que las cargas de osos se producen cuendo se sienten amenazados o cuando creen que sus crías peligran. La mayoría de las veces son espectaculares, pero rara vez culminan su ataque.

Reproducción

Los osos son los vertebrados con las menores tasas de natalidad del mundo. Las hembras alcanzan la madurez sexual a una edad entre 3 años y medio y 5 años. Entre una camada y otra transcurren tres años, y cada camada consta de una a tres crías.
Los osos son solitarios en todas las épocas del año excepto en el período de celo que tiene lugar durante el verano.
Los osos pardos son animales polígamos, que se emparejarán varias veces a lo largo de la temporada. Durante la época de celo, los machos amplían su territorio y se dedican a vagabundear en un intento de localizar y controlar el estado reproductivo de las escasas hembras. En esta época, varios machos pueden llegar a competir por una compañera, enzarzándose en cruentos combates si las pautas de intimidación mostradas previamente no surten efecto entre los oponentes.
Una vez que el macho ha encontrado y conquistado a la osa, se formará una efímera pareja que permanecerá junta por un tiempo, durante el cual ambos consortes sestean juntos, juegan y se pelean amistosamente. Finalmente, se separarán y retomarán su vida solitaria.
La gestación comienza a finales de noviembre o principios de diciembre y dura de 8 a 10 semanas. Las crías nacen en enero y gebrero, durante la hibernación de la madre.
Las crías nacen casi calvas, pesando apenas 500 g, ciegas y sin dientes. Cuando salen al exterior están ya totalmente cubiertas de pelo y muestran un característico collar de pelo blanquecino que desaparece con el tiempo.
A los tres meses y medio dejan de depender exclusivamente de la leche materna, pudiendo recibir otros tipos de alimentos. El destete definitivo se da al año de vida. El desarrollo de los oseznos es rápido y abandonan la osera a finales de la primavera. Estarán con su madre hasta los 18 ó 22 meses de vida, cuando ésta les abandonará. Ellos permanecerán juntos durante más o menos un año.

Problemas de conservación

Antiguo morador de la práctica totalidad de nuestros sistemas montañosos y bosques, poco más de 80 osos sobreviven hoy en España, repartidos entre la Cordillera Cantábrica y los Pirineos. Entre sus amenazas destacan la humanización de su entorno y la desaparición del tapiz vegetal por sobreexplotación, cambios en el uso del territorio y construcción de infraestructuras, junto con los lazos, cepos y escopetas del furtivismo.
Protegida la especie en la segunda mitad del siglo XX, la pérdida de sus hábitats naturales y el furtivismo constituyen las principales amenazas de los últimos osos ibéricos.
La pérdida de espacio vital obliga a numerosas poblaciones de osos a entrar en contacto con el hombre y sus animales domésticos, provocando conflictos que derivan en batidas ilegales y en la colocación de cepos y venenos.
Las alteraciones y pérdidas de hábitat incluyen, sobre todo, deforestación por extracción de madera y apertura de pistas forestales, incendios, conversión de bosques en terrenos agrícolas o ganaderos, minería a cielo abierto, construcción de carreteras, pistas de esquí, embalses, urbanizaciones, etc.
La desaparición de las áreas forestales naturales mina el futuro de la especie. La parcelación de los montes crea barreras artificiales que impiden el libre desplazamiento de las poblaciones de osos, aislándolas entre sí y reduciendo las osibilidades de emparejamiento y reproducción, así como la diversidad genética de las poblaciones (especialmente en los Pirineos y a corto y medio plazo en zonas de la Cordillera Cantábrica), aumentando los problemas derivados de la consanguinidad y dificultando la búsqueda y localización de alimento.
Por otro lado, los incendios forestales destruyen sus ecosistemas vitales y las repoblaciones con especies foráneas empobrecen los suelos, destruyen la vegetación autóctona, alteran los hábitats y son proclives a sufrir incendios.

Además de la pérdida de su hábitat, en los últimos años el oso pardo se ve amenazado por el incremento del turismo verde, cada vez más masivo, así como por el furtivismo. También es víctima de los lazos para jabalíes y los venenos para lobos.
Después de siglos de implacable persecución, la caza del oso fue prohibida de forma temporal en 1952, y de forma definitiva en todas las Reservas Nacionales en 1967. Desde 1973 la especie está protegida y su caza está prohibida en todo el territorio español, pero todavía se capturan como trofeos de manera furtiva.
En nuestro país la especie está catalogada como en peligro de extinción, lo que ha derivado en la aprobación de planes de recuperación en toda su área de dstribución. la Ley de Conservación de la Naturaleza de 1989 exitió la puesta en marcha de una serie de medidas para mejorar su situación. En 1995, el nuevo Código Penal estableció un castigo de hasta dos años de cárcel por matar a un oso, tipificándolo como delito ecológico. En la actualidad, matar a un oso puede ser penado con multas de hasta 50 millones de pesetas.
Las comunidades de Cantabria, Asturias, Castilla y León y Galicia han ido creando y aprobando sus respectivos planes de recuperación para garantizar la conservación de la especie, con medidas de lucha contra el furtivismo, la conservación de los hábitats naturales y la recuperación de los degradados, el aumento de los proyectos de investigación y la mejora de los programas de sensibilización, así como el pago de daños producidos por osos y las compensaciones a las poblaciones que viven en zonas oseras.
Una de las acciones de conservación más efectivas es la plantación de especies frutales en zonas oseras para evitar que los osos se vean obligados a acercarse a áreas humanizadas, donde la posibilidad de ser molestados o cazados por furtivos es mayor. Las campañas de plantación en estas regiones sirven para asegurar y reforzar la alimentación de los osos, sobre todo en primavera y verano.

jueves, 25 de septiembre de 2014

Delfines

Delfín común
Los delfines son mamíferos marinos estrechamente relacionados con las ballenas y las marsopas. Hay cerca de cuarenta especies de delfines agrupadas en 17 géneros. Se diferencian tanto en tamaño que variar entre los 120 centímetros y 40 kg del delfín de Maui (Cephalorhynchus hectori maui) hasta los 9,5 metros y 10 toneladas de la orca (Orcinus orca). Podemos encontrar delfines en todo el mundo, sobre todo en los mares poco profundos de las plataformas continentales.

Morfología

Los delfines tienen un cuerpo fusiforme ágil y adaptado para nadar a gran velocidad gracias también a los potentes músculos que mueven su aleta caudal. Por su parte las aletas pectorales, junto con la sección de cola, proporcionar control direccional y la aleta dorsal, en aquellas especies que tienen, proporciona estabilidad. A pesar de que varía según las especies, los patrones básicos de coloración son los tonos grises, por lo general con la zona ventral más clara, y a menudo cuentan con líneas y manchas que contrastan con el color principal.
La cabeza de los delfines contiene el melón, un órgano redondo usado para la ecolocalización. En muchas especies las mandíbulas alargadas forman un pico distintivo, como el delfín nariz de botella (Tursiops truncatus) cuya boca curvada simula una sonrisa, y otras especies pueden llegar a tener hasta 250 dientes. El cerebro del delfín es grande y muy complejo, diferente de la estructura de la de la mayoría de los mamíferos terrestres y es considerado como uno de los animales más inteligentes de la Tierra. 
La mayoría de los delfines tienen la vista muy desarrollada, tanto dentro como fuera del agua, y pueden oír frecuencias diez veces o más por encima del límite superior del oído humano adultoEl sentido del tacto del delfín también está muy desarrollado, con densas terminaciones nerviosas en la piel, especialmente alrededor del hocico, las aletas pectorales y la zona genital. Sin embargo los delfines carecen de un nervio olfativo se cree que no tienen sentido del olfato. Eso sí, tienen sentido del gusto ymuestran preferencias por ciertos tipos de alimentos

Comportamiento

Los delfines son capaces de realizar una amplia gama de sonidos utilizando sacos aéreos nasales situados justo debajo del espiráculo. Alrededor de tres categorías de sonidos pueden realizar los delfines: silbidos, sonidos de frecuencia modulada y chasquidos. Los delfines se comunican con sonidos producidos por la vibración del tejido conectivo, de forma similar que los humanos utilizan las cuerdas vocales. Los chasquidos son direccionales y los utilizan para la ecolocalización, aumentando la frecuencia de esos chasquidos al acercarse a un objeto de interés. 

miércoles, 24 de septiembre de 2014

La pantera negra

Panegra3.jpg animales y mascotas


La pantera negra es una forma de denominar a los leopardos melánicos. El color negro de la pantera negra es producido por una gran cantidad de melanóforos (células pertenecientes a una de las capas de la piel) distribuidos por toda la superficie corporal.
Durante mucho tiempo la pantera negra fue considerada como una raza distinta del leopardo común lo cual es un error ya que la pantera es un leopardo que, por motivos genéticos, sale de color negro (melanismo).

El pelaje le permite mezclarse o perderse con el fondo de la selva de modo que su presa no puede verla. Debido a su estilo callado y su habilidad de quedarse oculta es conocida como "el fantasma del bosque."

Es un animal solitario, excepto en la época reproductora. Pasa mucho tiempo subido a los árboles donde descansa, vigila y guarda a sus presas después de cazarlas.

Caza de noche y duerme de día. Como un cazador, la pantera negra es un perseguidor ya que camina despacio muy cerca de su presa pudiendo tardar horas. Sus patas rellenas son suaves, mientras el pelo en sus piernas absorbe ruido.

El período de gestación en la hembra dura 3 meses, pudiendo tener entre 1 y 6 crías.

Es carnívora, consume principalmente ungulados (como impalas) y pequeños primates.

Abunda en las selvas del sureste asiático siendo más rara en las sabanas y bosques de África.